Bêtes et juges
Jean Real
Todo empezó en 1221, cuando las anguilas del Léman respondieron de varias fechorías ante el tribunal episcopal. Su abogado las defendió de tan buena manera que obtuvieron una parte del lago para uso exclusivo, escribe Jean Réal. Moscas, abejorros, orugas, ratas, fueron del mismo modo convocados y juzgados por los provisores de las diócesis de Borgoña, de Normandía, de Italia o de España… exponiéndose a maldiciones y excomuniones. Hasta los saltamontes cuyo proceso ocurrió en 1826 en Clermont-Ferrand. Estas prácticas, que nacieron al mismo tiempo que la Inquisición, pueden dar motivos para risa, incluso para sarcasmo, con todo respondían a las expectativas populares, y formaban parte de un proyecto de control de las mentes.
Al mismo tiempo cerdos, caballos, vacas o cabras comparecían ante la justicia señorial o real por sus crímenes. La ley civil que castigaba a los hombres se aplicaba a los animales convictos de homicidios. El mundo secular también quería, a su modo, extender su poder y sus códigos a todos los seres vivos.
Jean Réal cuenta varios procesos que nos sorprenden mucho hoy en día pero que formaban parte de las representaciones del mundo de aquella época. Durante seis siglos, los poderes se esforzaron, a partir de cierta percepción de su medioambiente, y de las herramientas de las que disponían, en ejercer sus responsabilidades en cuanto al mantenimiento del equilibrio de la Creación.