Las ancas de ranas dan su fama a Tellier, un pueblo rodeado de charcas. En las orillas, Do, No y Jo, tres Parcas batracias y sensibles a los encantos del desenfreno comentan las artimañas de los seres humanos. Entre ellos están Théo y Claire. Son hermano y hermana, pero una violenta rivalidad los opone. Théo, del lado del poder y del dinero, es alcalde del pueblo y se otorga todos los derechos. En cuanto a Claire, sólo posee su talento de cocinera. Un decreto municipal que prohíbe la pesca de ranas amenaza la prosperidad del restaurante de Claire especializado en la famosas ancas. Pero respaldada por amigos fieles, se le ocurre importar ancas de ranas congeladas. Muy rápido, los platos rebosan otra vez, pero una extraña propiedad afrodisiaca se apodera de todos los clientes.
La anca alegre está siempre llena, mientras que el restaurante de su hermano se vacía. Théo, loco de rabia, ya no se controla y hay que internarlo. La felicidad y la paz parecen reinar en el pueblo de Tellier. Sin embargo, una secta dedicada al culto de Gran Maestro Batrakhos se implanta en la comunidad. El alegre baisodrome dopado con ancas de ranas está pronto aterrorizado, mientras que cada día el enigmático gurú impone algo más su poder. Cuando consigue llegar a ser alcalde, Claire y sus amigos tienen que huir para evitar la muerte. Entonces se marchan a África en búsqueda del secreto de las ranas afrodisiacas…

Fábula poética y divertida, Ancas de rana evoca con humor el eterno enlace de Eros y Tanatos, y señala al mismo tiempo muchos extravíos sórdidos de nuestra época.