Sara, una treintañera que está acabando su tesis, se marcha a una casa en el campo para celebrar el cumpleaños de su amiga Félicie. Allí se dan cita los viejos amigos de Sara. Pero dos invitados inesperados, amigos íntimos del grupo de entonces, vienen a alterar el equilibrio de Sara, que atraviesa un profundo periodo de dudas y tiene la sensación de no existir. Excitada y ansiosa a la vez, Sara reencuentra con Hugo el viajero, su antiguo amante que desapareció sin dar explicaciones, acompañado de su mejor amigo Étienne, personaje turbio y alcohólico. Desesperada y enredada en sus contradicciones, Sara va a entregarse al destino y convertirse en víctima de su propia indecisión.

Estamos en verano, Eveline Mailhot recorta el tiempo en un ambiente de liviandad donde la melancolía erosiona los ideales de cada uno. Lo que se describe a la perfección en Dos días de vértigo, no es ya la exactitud de las relaciones humanas sino la verdad misma.

Expuesta a las fragilidades de cada uno, una comunidad abigarrada se reúne en un paisaje bucólico, con abundancia de comida y alcohol. El luto y las heridas chocan con los deseos insatisfechos, en un ambiente de camaradería donde nadie se cree los paripés de los demás. Entre las noticias tristes, los anuncios solemnes, las crisis y confesiones inesperadas, los recuerdos y las fantasías, Sara intentará dilucidar sus propios sentimientos.