L’homme qui m’a donné la vie
Virginia Bart
1972, el movimiento hippy le ofrece a Daniel Laurent, un estudiante de 22 años, la salida ideal de una realidad que le parece monótona y de un mundo que él percibe como una máquina trituradora. Daniel Laurent se casa y tiene una hija, Valérie, pero la abandona definitivamente una mañana de noviembre para ir a la India y emprender un camino del que nunca se apartará, el de la marginalidad y la vida salvaje. Porque, a diferencia de sus compañeros de los años hippies, Daniel Laurent nunca volverá a integrarse en el sistema. De Amsterdam a Cachemira, pasando por Estados Unidos, lleva casi treinta años en las carreteras, con la mochila, durmiendo al raso, en territorios y condiciones muy hostiles.
Por su parte, su hija lleva casi treinta años enfrentándose al vacío. Peor aún, a la vergüenza. La de ser la hija del chalado, del inútil, del cabrón. Un padre del que, desde la infancia, niega mentalmente la existencia. Sin embargo, un día decide ir en su busca. Lo encuentra en España, y se topa con un hombre tan monstruoso como carismático. Una mente desequilibrada pero brillante, y sobre todo un cuerpo espectacular y magnífico. Un padre que a partir de ahora le inspira admiración, miedo y deseo infinito.