La Folie à l’opéra
Hubert Stoecklin, Michel Laxenaire, Jacqueline Verdeau-Pailles
Desde La coronacón de Popea, de Monteverdi, creada en Venecia en 1643 hasta Jacob Lenz, de Wolfgang Rihm, creada en Hamburgo en 1979, pasando por Lucia di Lammermoor, de Donizetti, creada en Nápoles en 1835, los desarreglos del espíritu no dejaron de encontrar su sitio en la ópera. Los compositores, sobre todo durante el Romanticismo, se dieron perfectamente cuenta de que las escenas de locura les ofrecían la oportunidad de dar rienda suelta a su talento y a su inspiración, para proponer a los cantantes trozos de bravura, en los que la suntuosidad musical, las proezas vocales, los dúos, los tríos … y aún los sextuores podían encantar al público al hacerlo penetrar en los tormentos del alma.
Por supuesto, la historia de la locura – tanto a través de su conocimiento médico como de sus representaciones sociales y filosóficas – se relaciona con la historia de la ópera, la cual aclara la idea que tenemos de la locura. Los autores exploran este diálogo entre el arte y la ciencia, enlazando su pasión de melómano con su experiencia clínica.