Una mujer se despierta en una habitación que no conoce. Se entera de que ha salido. ¿Pero salido de dónde? Afluyen sus recuerdos de infancia. Se le explica poco después que acaba de salir de un coma de quince días.
Así empieza este libro autobiográfico, que posa sobre el mundo una mirada crítica y llena de asombro. Alrededor de ese punto central – el coma – que la narradora compara con el beso del ángel, se articulan pasado y presente. Recuerdos bañados de luz y oscura realidad de la minusvalía. Pues se entiende enseguida que la autora ha quedado paralítica, en silla de ruedas.
Es la voz de una mujer, judía, madre, investigadora, divorciada y repentinamente minusválida, que intenta luchar. ¿Cómo seguir viviendo cuando la vida da un vuelco tan brutal? Este libro narra el penoso año de reeducación en el universo del hospital. La autora evoca los segundos, los minutos, las horas que pasó esperando, preguntando, analizando qué es lo que hace y deshace una vida. Se habla de amistad, de amor y de traición. De la mirada de los demás, vista desde dentro. Del dominio del deseo frente a la ley.
Retrocedemos en el tiempo, desde las palabras del psicoanalista hasta una dulce noche de junio en la playa de Sidi-Bou-Saïd. Preguntas, recuerdos, esperanzas, temores y sufrimientos se amontonan en la mente de esta mujer que intenta salir del estatus de víctima para volver a tomar, a pesar de todo, las riendas su propia vida .

Este relato emocionante, escrito en tres meses, está marcado por la urgencia. Clara Nahmias tiene una escritura viva, incisiva, dinámica. Nada de pathos, todo lo contrario. Seduce al lector por el sentido del humor, omnipresente. El beso del ángel es un admirable testimonio que nos ofrece una magnífica lección de vida.