Les Roses blanches
Gil Jouanard
Que la protagonista de esta novela tan auténtica, llamada Marie, haya sido bautizada Juliette desde su infancia más temprana, tiene poca importancia para el resto del relato. El hecho muestra sin embargo la rareza de las costumbres de la arcaica región de su nacimiento: el Gévaudan de principios del siglo XX, uno de los lugares más apartados de la galaxia europea. Ello no impedirá que la que fuera pastora con ocho años, se marche una década más tarde a la fiesta del Frente Popular y luego, al hilo de sus matrimonios, al idílico Far East americano y a la Alemania profunda de la posguerra. Una existencia singular, picaresca y patética, formada por vertiginosos altibajos más a menudo bajos que altos. O como la pasión por vivir de Juliette le abrió todas las puertas, menos la única que nos salva, la que nos conduce a nosotros mismos.
Para contar una vida intensa pero fallida, hay que tener mucho humor. Sobre todo cuando se trata de la historia de nuestra propia madre. En las circunvoluciones de su estilo, Gil Jouanard disimula una sonrisa parecida a la sabiduría. Le da un alcance universal a esta epopeya hilarante gracias a su voz narrativa, aunque con un vibrato desgarrador. Un fresco que atraviesa el siglo XX, dedicado a todos aquellos que nunca supieron quiénes eran ni cómo ser ellos mismos.