Hace veinte años, ocurría la catástrofe de Chernóbil. El mundo entraba en una nueva era, que modificaba las relaciones con la naturaleza, con la ciencia, una era marcada por la mentira erigida como principio político, pero también marcada por el miedo y el sentimiento de impotencia ante los estragos que pueden nacer de lo que el hombre ha creado.
Si la Onu considera la explosión del reactor nuclear de Chernóbil como un accidente industrial grave, pero cuyas consecuencias no son mayores a las de la catástrofe de Bhopal en India, la opinión de los antinucleares es totalmente diferente. Para ellos, estas consecuencias siguen siendo imprevisibles y aún por venir. Para las 8 a 9 millones de personas que viven en los territorios durablemente contaminados, es un calvario. Centenas de miles de personas han sido desarraigadas, y entre los 600 000 a 800 000 liquidadores que han construido el sarcófago y han realizado las obras de descontaminación, muchos han muerto, mientras otros viven en la angustia y la enfermedad.
Si Chernóbil mobiliza varias administraciones locales, instancias y organismos internacionales, y numerosos científicos, hay pocos datos no controvertidos, pues poderosos intereses políticos y económicos están en juego.
Galia Ackerman ha hecho su propia investigación gracias a varios viajes que ha realizado por la zona prohibida, gracias a entrevistas con responsables, víctimas, científicos, ecologistas. Nos entrega en este libro su propio balance de Chernóbil.