Sarajevo sitiada. La ciudad mártir, crucificada, es la primera protagonista de esta novela.
Horrorizada por la expresión limpieza étnica, Nila, parisina de origen húngaro se embarca para Bosnia para participar en el rodaje de un documental sobre el sitio de la ciudad.
Comparte la vida cotidiana de los civiles, siempre al filo de de muerte.
La abyección de la guerra, los snipers, los campos de violaciones y las fosas comunes desatan en ellos una extrema fuerza vital.
Para Nila, hacer el amor se convierte en la única cosa urgente y importante. Conmocionada, se libra a un constante autoanálisis y apunta todo lo que ve, oye y siente.
Los fragmentos de textos (cuentos, artículos de enciclopedia, pequeños diálogos, recortes de prensa) insertados en su relato dan cuenta de su propio despedazamiento, aportando a la narración un eco pertinente, otra dimensión.
Respecto a su libro, nos dice : La vuelta del genocidio en Europa, 50 años después del de los judíos, habrá de ser mostrada crudamente en decenas de ficciones, antes de hallar por fin su sitio en nuestra remisa conciencia.

Más que una novela de aprendizaje, Un café en la colina es una novela de reeducación, o mejor dicho, de despertar : despertar del corazón, despertar del lenguaje, despertar de la dignidad. La autora sobresale en su descripción de la vida cotidiana, de las cosas sencillas, de los personajes.