Somos parecidos a esos árboles costeros que crecen inclinados — su juventud ha sido maltratada por los vientos. Como ellos, somos gastados por los años. Y para que la historia llegue a ser realmente peligrosa, el gran trastorno de nuestra vida, el trastorno de la sexualidad, ocurre durante esos años de intensa vulnerabilidad... En ese dominio prohibido e íntimo, Victor, joven protagonista de la novela, se echa al monte. Huida probablemente, refugio en el fantasma, pero también resistencia en contra de la coalición de opresores.

Con emoción, mucho más tarde, Victor evoca su adolescencia. A su alrededor, mujeres. Su madre, imprevisible, tiránica, desdichada, cariñosa, lo aterroriza y lo fascina. Quiere antes que nada proteger — alejar — a Victor de las mujeres. Pero él sólo piensa en ellas y despliega una energía excesiva para alcanzar sus objetivos.

La vecina del quinto piso — la Princesa intocable —, amiga de su hermana, la criada, Mireille — la Primera mujer —, Madame Laquaire, Nora, Nicole — el Primer amor... Todas lo hacen soñar, todas asedian sus noches. Diosas benévolas, van a ayudar Victor a enfrentarse con su madre y a alejarse de los tumultos de la infancia. Escenas memorables, dramáticas o divertidas jalonan así el aprendizaje del joven. Victor y las mujeres es el relato nostálgico de una educación sentimental.