Le Bureau vide
Frank De Bondt
Marc Deleuze, Director de Recursos Humanos de la Casa, descubre una buena mañana su despacho vacío. La puerta ha sido desmontada. No queda más que la moqueta. Decidido a no ceder, va a vivir unos meses de gozosa resistencia frente a la hostilidad, la indiferencia o la molestia de quienes fueron sus colegas en el seno de la dirección del grupo. Quieren ignorarlo pero él lo observa todo, con su mirada lúcida y feroz. Todos los días se instala solo entre esas cuatro paredes, con la silla de plástico que tanto le costó encontrar en el sótano. En su despacho vacío, sin teléfono, lee el periódico o, sentado a horcajadas en su silla, se asoma al pasillo que atraviesa la dirección general donde Numero Uno sustituyó, gracias a una OPA, a su amigo Bertrand. La burla es un ejercicio excitante pero agotador. La ociosidad tampoco se improvisa, exige una verdadera organización. Pero tras una fusión puede venir otra…