Ella no tiene nombre ni identidad reconocida, tampoco derecho a consideración alguna, es sorda, o casi, y percibida por ello como limitada o retrasada mental. Ella sin embargo es el alma del chalé, donde creció a la sombra de unos padres callados y una hermana menor más extrovertida. Ella vive desde ahora en un cuartucho bajo las escaleras, se refugia en el cumplimiento meticuloso de las tareas cotidianas y es la esclava de dos jóvenes, un chico y una chica, a los que alimenta y que, sin embargo, la desprecian y se ensañan con ella. No fue siempre el caso… Los recuerdos afloran. Los de una época en que había sitio para el amor y la ternura, antes de que todo cambiara de repente y se desplazaran las fronteras del territorio.

Una historia a puerta cerrada, donde se va revelando progresivamente el drama oculto de una familia, Un territorio (Un territoire) es también el relato de una resistencia y de una adaptación psicológica: las de una adulta víctima de maltrato por parte de niños. Un magnífico retrato, a través del cual se describe el formidable vínculo entre dos hermanas.