Qué raras son a veces las cosas. No te imaginas al llegar que vas a quedarte tanto tiempo. Y pasa el tiempo y ahí sigues.: esta es la reflexión de la conserje del instituto donde «el señor Blondel » trabaja desde hace tanto tiempo. No sólo se pasó veinte años en el mismo instituto, sino también en el mismo aula, la G229, que le fue atribuída de modo permanente, mientras que los demás profes tienen que cambiar de aula a cada clase. Así que te encariñas con este aula donde las mesas están dispuestas en U, como en un banquete, para facilitar la comunicación, establecer una buena conviviencia…

Lejos de los discursos catastrofistas sobre la escuela y la enseñanza, Jean-Philippe Blondel nos ofrece una bonita visión de su profesión. El lector volverá a encontrarse con los temas preferidos del autor: las relaciones entre generaciones, el hecho de que compartamos todos un terreno común y de que estrechemos lazos, lo queramos o no.
Jean-Philippe Blondel habla con pasión de su profesión: de la educación, la enseñanza, el tiempo que pasa, las relaciones entre profes, alumnos, padres de alumnos.

La enseñanza alimenta a la literatura, y la literatura alimenta a la enseñanza. En ambos casos, eso es la vida. Este es el mensaje casi militante y optimista que el autor de Le Baby-Sitter transmite a los que tienen sus dudas sobre la escuela de hoy.

¡Carta abierta de un profesor que sigue creyendo en la escuela!