Le Pouvoir monstrueux
Philippe Ségur
El Estado es el más frío de todos los monstruos fríos, decía Nietzsche.
En este ensayo, Philippe Ségur trata de demostrar lo que hace que el poder político sea un monstruo. Remontándonos a las fuentes del poder político occidental, es decir, a la época romana arcaica, a los tiempos que precedieron y siguieron a la fundación de Roma; volviendo sobre la mitología y los aspectos destacados de la república romana, el autor propone una reflexión sobre la naturaleza universal del poder, sobre lo que representa tanto ayer como hoy.
El poder sabio y moderado, la gestión del político como un buen padre de familia, la idea del dirigente como ciudadano sencillo y modesto, nada de esto existe, o si existió fue un accidente de la Historia. Porque lo que caracteriza al poder es, por el contrario, su desmesura y su necesidad de hacer alarde de ella. Por eso es un monstruo, un fenómeno que es preciso que sea espectacular. Y si lo es, ¿no será para disimular otra cosa, para captar todas las miradas y esconder lo esencial ?
Lo esencial es la dominación, la confiscación de la autonomía, de la capacidad de decidir de la mayoría en beneficio de algunos. Así que la democracia, la soberanía del pueblo y el sistema jurídico liberal no son sino un revestimiento sofisticado de esta monstruosidad, un montaje efectista para dejar estupefacta a la muchedumbre y distraerla. Este subterfugio no es moderno: antes que nosotros, la Antigüedad ya lo había pensado. Con el declive de los valores, nuestra época no deja de subrayar su profundo nihilismo.
Más allá de esta constatación, el autor intenta saber de dónde viene esta necesidad universal, esta omnipresencia del poder monstruoso: la encuentra en la naturaleza misma de la psique humana. Efectivamente, ésta está marcada por la carencia, la separación, un vacío que llenar, la finitud de una existencia limitada por la muerte. Y a eso contesta el poder, al encarnar la acción como un antídoto contra el vacío, al dar la sensación de una inflación de lo real, al proporcionar la ilusión de una vuelta a la unidad y una forma de eternidad gracias a la celebración de la totalidad social. Así que el poder monstruoso sería la imagen inversa, el espejo de la naturaleza humana: un demasiado como respuesta al no suficiente.