Un grafista especializado en el empaquetado de productos alimenticios, vegetariano y tiranizado por sus niños, sueña con aventuras lejanas. El día en que descubre que las lechugas, los purés, las espinacas y las pastas cuyos embalajes él concibe están llenos de pesticidas, de hormonas de crecimiento y de antibióticos, decide romper con el sistema y huir de la sociedad de consumo. Emprende entonces con su mejor amigo un periplo que le llevará a descubrir, lejos de los circuitos turísticos, el último país de las maravillas : Albania.
Además de una reflexión sobre el carácter inasequible de lo real, Vacance au pays perdu es una novela amena, lineal, como el recorrido de los dos protagonistas de la historia. El humor  - ¡chirriante! – es el principal hilo conductor. ¿ Qué territorio de ensueño nos queda en la era del mundo finito? Al final del viaje, el narrador descubre que el país de las maravillas no existe. Su sueño se ha esfumado dejando en su lugar vacío espiritual y función digestiva.

¿ Cómo romper con el sistema ? Harto de nuestra sociedad de consumo, el narrador decide soltar amarras e ir en busca del último país de las maravillas. Aventuras sí, pero ¿merece realmente la pena irse al extranjero?