Un viejo magrebí en las afueras de París decide, durante la canícula de 2003, morir y se corta las venas, sin odio, en un ceremonial despacio y apacible.  Un jóven deja la cárcel de las Baumettes, solamente acogido a la salida por su hermana, la cual piensa que ha encontrado las huellas de su padre. Un truhán cuenta su vida a una mujer para que escriba con ello un libro. Pero tarda en pagar el salario de esta escritura. Entonces ella decide rasgar el manuscrito ante sus ojos. Enojado, el truhán la viola con estos trozos de papel, metiéndolos en su boca y en su sexo. Ella recoge los trozos, en ellos lee fragmentos de vida, que recupera y que formarán la materia del libro. De este libro.  Y en este libro en desorden, como robado al otro, el lector encontrará la vida de ella, también fragmentada, instantes, momentos, un hombre que la abandona, recuerdos de infancia, en Francia, en Argelia, una visita a su padre, un desconocido en el parque de Luxemburgo. Rompecabezas de la vida de una mujer tirado al suelo, cuenta la soledad, la dominación masculina, la dificultad de lo cotidiano en época de crisis, la cuestión de la identidad y la búsqueda del padre. Pero también un godemiché recibido como regalo de cumpleaños de una amiga, los encuentros caninos en la acera, lo burlesco de las entrevistas en las Assedic. La escritura es aquí musical, y lo que se oye a través de estos fragmentos es por cierto su música, precisa, a menudo irónica, graciosa, siempre densa.