Una niña, Angine, que se pretende princesa, cruza un cuento en camión-elefante. En sus desplazamientos, la acompañan un canciller al que le gusta el vino tinto y un joven de vaqueros, Jonathan. Realiza un largo recorrido (Lourdes, La Meca, Jerusalén) para encontrarse con su tío que vive en Lisieux. Pero un canciller sólo puede perderse, y una princesa y su tesoro sólo pueden suscitar codicias... Si Angine escapa de los horrorosos hermanos Barbe, de los feroces conspiradores Gujine y Kolbetov, no escapará de sus mentiras. Angine hace irremediablemente pensar en una niña de Lewis Caroll, una hermana de Alicia, algo intelectual. En un clima de malestar sin gravedad, se inscribe un cuento negro y tierno que turba el tiempo, pero se acuerda de un siglo XIX misterioso — el de los juegos, de la angustia, de los grabados de jeroglíficos.